Don’t forget to remember me! (2010 - 2018)

Recuerdo que días después de mudarme a Miami en 1995, mi tío me condujo por la Calle Ocho (Calle 8, la calle principal de La Pequeña Habana). Se detuvo en un pequeño negocio para recoger algo que no recuerdo en estos momentos. Mientras esperaba en el auto, me sentí asombrado al ver la interacción humana que se estaba desarrollando ante mí en las calles. Sentí que todavía estaba en Cuba. Por momentos, una especie de realismo mágico invadió mi mente. La experiencia ciertamente no cumplía con lo que esperaba encontrarme en una ciudad americana; fue algo impactante! Luego, continuamos conduciendo hacia el este. Mi tío se rió al ver mi rostro de incredulidad. Luego me contó historias sobre el barrio y su arraigada conexión con nuestra cultura y herencia cubanas. Este fue mi primer encuentro con La Pequeña Habana.

La Pequeña Habana es uno de los barrios más pintorescos y queridos de Miami. Tiene algunos de los edificios más antiguos e históricos de la ciudad. Desde que comenzó la inmigración cubana en los años 60, este barrio se convirtió en el hogar de muchas familias cubanas. Más tarde, se convirtió también en el hogar de inmigrantes de Centro y Sudamérica. Esta comunidad de inmigrantes ha ayudado a La Pequeña Habana a moldear y reforzar su fuerte y orgullosa identidad hispana.

Esta zona de Miami está experimentando un rápido proceso de gentrificación. Varias pequeñas empresas que han dado forma al icónico barrio de La Pequeña Habana, con una serie de pequeños cafés, restaurantes, tiendas de souvenirs y tabaco, a lo largo de la Calle Ocho, están en peligro de desaparecer. La gentrificación se ha intensificado aún más a medida que los espacios frente al mar y Miami Beach se han desarrollado por completo, empujando a los residentes y desarrolladores más hacia el interior. En 2015, el National Trust for Historic Preservation incluyó a La Pequeña Habana en su lista de Tesoros Nacionales y una las comunidades más amenazadas en el país, en un esfuerzo por protegerla del rápido desarrollo urbano que está cambiando otras partes de Miami.

A diferencia de otras áreas o vecindarios de Miami, La Pequeña Habana tiene un tipo especial de sistema de apoyo. Su conexión con el pasado, con un estilo de vida importado de sus países de orígenes, permite a los vecinos interactuar a pie de calle en conversaciones cotidianas. Durante muchos años un grupo de habitantes de la zona, identificados por su encantadora personalidad en algunos casos, su carácter único en otros, o por su vestimenta como algunos hombres con la clásica guayabera cubana, ayudaron a mantener el encanto de la Calle Ocho como un lugar especial donde los sueños de un grupo de inmigrantes un día comenzaron. Muchos de estos hombres y mujeres se conocen; interactúan, comparten sus vidas, conocen sus historias; son como una gran familia. Sin embargo, durante los últimos años, debido al inevitable cambio que ha traído el proceso de gentrificación en la zona, y a la gran cantidad de turistas que a diario inundan las calles de la Calle Ocho sintiéndose más como un parque de diversiones, la importante presencia de estos hombres y mujeres ha comenzado a desvanecerse. Muchos de ellos están envejeciendo y muriendo, otros no se sienten atraídos a ser parte de la multitud de turistas que generalmente se encuentra por todas partes en cafés, restaurantes y rincones que alguna vez fueron tranquilos para conversar, tomarse un café o simplemente saludarse.

Mis recuerdos de La Pequeña Habana como lugar especial y el amor que he desarrollado por el barrio durante años caminando por sus calles desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, me llevaron a desarrollar este proyecto fotográfico que titulé “Don’t forget to remember me” (No te olvides de recordarme), inspirado en una canción del mismo título de la cantante de música country Carrie Underwood. Es una canción sobre el poder de los valores y los recuerdos familiares. Es allí, en La Pequeña Habana, donde siempre puedo reafirmar la idea de que la distancia es solo eso, la distancia.

Décadas de la vida cotidiana, los eventos y los rituales sucedidos en el barrio no deben ser eliminados por los nuevos desarrollos urbanísticos. En cambio, es importante desarrollar un plan de preservación urgente que sea implementado no solo por los funcionarios del gobierno sino por la propia comunidad para archivar y preservar la experiencia de inmigración y vida de estos residentes del área. Esta serie de fotos es una celebración de la vida de estos personajes que durante años han sido como ángeles deambulando por las calles de la Calle Ocho sirviendo como embajadores de la zona y como símbolos desafiantes de su rico patrimonio cultural e histórico.